lunes, 22 de noviembre de 2010

Siempre quise estudiar telecomunicaciones. Siempre había sacado buenas notas en todas las asignaturas. Pero sabía que ese último año sería el último que podría estudiar. Acababa ya la enseñanza secundaría que tanto esfuerzo económico costo a mis padres. No podría ir a la universidad, no había dinero para ello. Ahora tendría que dedicarme a ayudar a mi padre en el campo en el cultivo de café, para poder llevar algo de dinero a casa. Éramos siete hermanos, dos mayores que trabajaban con mi padre en la plantación de jornaleros y otros cuatro más pequeños que aún iban a la escuela.


Trabaje durante 2 años en la plantación con mis padres y mis hermanos. Sin embargo veía que por más que trabajaramos apenas podíamos pagar la comida y de vez en cuando alguna ropa. Fue cuando me pregunté si no podría intentar emigrar a otro país. Nada más comentarlo en casa me animaron a ello, la que más se opuso fue mi madre. Pero entendieron que quisiera probar suerte en otro sitio... no tenía nada que perder.


Me fui a un país llamado Suecia, en el que el frío te congela los huesos y durante una época muy larga sólo hay oscuridad. Además hablaban un extraño idioman que aún hoy me cuesta hablar.


Trabajando como pintor salí adelante. Con lo que ahorré pude pagarme un profesor para aprender sueco. Y después de 10 años he conseguido empezar la carrera que siempre soñé hacer: telecomunicaciones. De hecho hoy me graduo, la tengo acabada y por fin puedo empezar a pensar en trabajar en lo que siempre quise.

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